domingo, 3 de mayo de 2009

1 DE MAYO SOCIAL Y NACIONAL


Saludamos a todos los Trabajadores de la Patria.
En su dia y les dejamos una reseña sobre el trabajo perteneciente al Manifiesto Nacional Revolucionario.


TRABAJO

El Trabajo es la actividad que desarrolla el ser humano para cubrir sus necesidades. Distintos tipos de seres humanos, al tener necesidades también distintas, organizan su Trabajo de distinta manera. Estos distintos tipos de organización del Trabajo crean, a su vez, distintas Civilizaciones y Culturas.
Sin Trabajo no hay Economía. Por ello, la organización de la Economía presupone, esencialmente y en primer termino, la organización del Trabajo. Toda otra forma de tratar de “sanear” la Economía es inconducente, ilusoria e ineficaz.
El Trabajo es, simultáneamente, un Derecho y un Deber. Desde el momento en que la única manera honesta de cubrir las propias necesidades es trabajando (puesto que la otra alternativa es el parasitismo deshonesto), todo miembro de la comunidad tiene el inalienable derecho de poder vivir dignamente del fruto de su Trabajo. Pero además, puesto que nadie puede vivir sin consumir, todo miembro de la Comunidad tiene el inexcusable deber de producir por lo menos el equivalente de lo que ha consumido. Para que la Justicia Social se imponga plenamente es preciso, pues, que todo individuo contribuya a la asociación comunitaria por lo menos en la misma medida en que usufructúa de ella.
Todo Trabajo se concreta en una profesión u oficio, y toda profesión responde – en ultima instancia – a una capacidad, vocación o talento, adecuadamente adiestrados y desarrollados mediante el proceso educativo. Por ello, nuestro Potencial de Trabajo, como Nación, se halla determinado por el tipo y por la cantidad de vocaciones existentes en nuestro Pueblo,
y por la medida en que estas hayan sido adecuadamente adiestradas y desarrolladas. Este Potencial de Trabajo es el único “capital”, real e insustituible; es el único autentico “respaldo” que tiene y necesita nuestro país. Nuestros bienes materiales, nuestros recursos naturales, solo sirven y solo servirán en la medida en que sean aprovechados por nuestro Trabajo. El caso de países que, sin grandes disponibilidades naturales, han llegado a ser verdaderas Potencias industrial a nivel mundial prueba irrefutablemente que en Economía, lo único que importa en última instancia, es la creatividad, el ingenio, la laboriosidad, el entusiasmo y la capacidad del Hombre que trabaja.
La única base sólida y sana que necesita la Nueva Argentina para tener una Economía pujante es un alto Potencial de Trabajo, bien organizado y bien invertido. Es sobre este Potencial que se apoya todo el ámbito económico, incluso el sector monetario y financiero.
Todo Trabajo cumple una doble función: la individual, que es la de cubrir las necesidades de la persona que trabaja; y la social, que es la de contribuir a cubrir las necesidades de aquellas personas que utilizaran la producción emergente del trabajo realizado. En sociedades complejas, interrelacionadas y de alto nivel de organización, la función social del Trabajo adquiere una importancia primordial. En efecto; en nuestra sociedad actual prácticamente nadie puede vivir exclusivamente del producto propio de su trabajo. Vivimos, en realidad, consumiendo la producción de otros y nuestro trabajo, a su vez, contribuye a que otros puedan consumir lo que necesitan. La función social del Trabajo hace que los derechos emergentes de cumplir con el Deber de trabajar terminen en donde termina la función desempeñada mediante el Trabajo. La trillada frase aquella de que “el derecho de cada uno termina donde comienza el de los demás” constituye un sinsentido. Nadie se pondrá de acuerdo jamás en donde “comienza” ese susodicho “derecho de los demás”. El derecho de cada uno termina donde terminan los beneficios que corresponden por la función desempeñada.
El Trabajo realizado por la Comunidad Organizada y los beneficios que corresponden por cumplir con el Deber de trabajar brindan al miembro de la sociedad una gama real de posibilidades de acción y de opción. Estas posibilidades constituyen las libertades concretas de las que efectivamente goza el Pueblo, contrariamente a los meros enunciados abstractos de los sistemas liberal-marxistas que, en la enorme mayoría de los casos, no son sino formulas teóricas inaccesibles y sin efectivización posible en la realidad. Las libertades sociales concretas son ejercidas correctamente cuando los egoísmos individuales no atentan contra el interés general. Los intereses sectoriales, grupales o individuales no pueden nunca prevalecer por sobre el interés del todo del cual son parte.
La organización del Trabajo debe ser jerárquica; atendiendo a su función social, económica e individual. En toda Producción, la secuencia jerárquica de las funciones laborales se halla naturalmente establecida por las fases inherentes al proceso productivo. Estas fases son: creación, diseño, dirección, programación, supervisión, ejecución y administración. Es de acuerdo con esta jerarquía funcional que debemos organizar todo el aparato productivo de nuestro país.
En la Nueva Argentina debe quedar categórica y terminantemente excluida la posibilidad de que el Trabajo resulte considerado como una simple magnitud de costos de producción. Bajo ningún concepto podemos admitir el concepto liberal-marxista del Trabajo como simple factor económico. El Trabajo no es una mercancía. No lo es y no debe serlo ni para el Estado ni para la iniciativa privada. Su valor no se halla, ni exclusiva ni predominantemente, determinado por el valor material que obtenga en el mercado el producto que de el se origina. El valor mercantil de la producción debe determinar solo en cierta medida proporcional la retribución debida al Trabajo invertido. Además de su valor económico, el Trabajo tiene un innegable valor ético que igualmente merece y debe ser retribuido. La remuneración recibida por la persona que ha invertido activamente en el proceso productivo debe contemplar, como mínimo, los siguientes factores: a) El valor de todos los elementos indispensables a una vida digna para el trabajador y su familia. b) El valor que la producción realizada tiene para la Comunidad. c) El valor social de la tarea desempeñada, de acuerdo con la función cumplida dentro de la estructura jerárquica de producción. d) El valor individual del esfuerzo y de los empeños demostrados, apreciados por comparación con idéntico trabajo realizado en condiciones similares.
Con su retribución socialmente justa el trabajador, sea cual fuere su función en la producción, debe poder cubrir las necesidades de su núcleo familiar. El trabajo femenino debe ser una posibilidad y no una necesidad impuesta al grupo familiar por la insuficiencia de salarios regateados en un supuestamente “libre mercado” del Trabajo.
Para la formación de una autentica y arraigada conciencia social, todo miembro de la Comunidad debe aprender a valorar el Trabajo y el esfuerzo de los demás. La correcta formación de la juventud en un profundo respeto por la labor creativa y productiva es exactamente tan imprescindible como su formación en la mejor Tradición de sus antepasados en el marco de un genuino y sentido amor a la Patria. Por eso, el Servicio Militar Obligatorio debe ser precedido por un Servicio de Trabajo Obligatorio en cuyo ámbito los futuros miembros de la Fuerza Laboral de la Nación conozcan, de un modo directo e inmediato, la esencia, las virtudes y el valor de varios tipos distintos de trabajo humano.
En la Argentina debemos aprender a valorar, respetar y cuidar nuestra Fuerza de Trabajo. Sin ella no hay realización posible de ninguna de las metas que nos impongamos. Todo lo que tenemos lo hemos obtenido gracias a nuestro Trabajo. Todo lo que obtengamos lo conseguiremos únicamente a través del esfuerzo sostenido, mancomunado, solidario y organizado del Pueblo trabajador. Una Argentina soberana y fuerte solo será construida cuando dispongamos de un gran Potencial de Trabajo, justamente retribuido, adecuadamente invertido, correctamente dirigido y cabalmente valorado.

A todos los males económicos que ha padecido y que padece la Argentina, la Doctrina Nacional-revolucionaria les opone una sola solución básica, práctica y concreta: organicemos correcta y eficientemente nuestro Trabajo. Lo demás, o es tan solo un problema de técnica administrativa y monetaria, o lo obtendremos por añadidura.
¡LOS TRABAJADORES RESISTEN!
¡ARGENTINA RESISTE!

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